Desapareció sin ser echado y apareció sin ser llamado. Se disculpó mil y una veces por su ausencia, que le perdonara por favor. Que él no era así, que se habían complicado muchísimo las cosas y que lamentaba no haber contactado conmigo.
Me dijo que quería volver a quedar conmigo, que recordaba la noche que habíamos pasado juntos. Decía que le caí bien, que fue entretenido. Lo cierto es que yo también sigo sorprendido de lo bien que me lo pasé esa noche y de lo mucho que reímos los dos. No sé, conectamos de algún modo.
Pasó el tiempo y no quedábamos, y volvió a dejar de contactar conmigo, de responder mis mensajes... Y un buen día, desperté y sentí que no volvería a verle nunca.
Así sigue siendo a día de hoy.